Un
entrante apetitoso y saludable, típico de la cocina rusa y sin gluten, y que
con algunas variaciones podemos adaptarlo fácilmente a nuestra dieta
mediterránea.
Ingredientes
para unas 4-6 personas
3
patatas medianas
3
huevos
1
remolacha cocida y pelada
2
cucharadas de queso cremoso de untar o quark
2
cucharadas de semillas de chía (opcional)
Pimienta
negra
Eneldo
Elaboración:
Pelamos y lavamos las patatas
y las cocemos en agua hirviendo con una pizca de sal.
Cuando estén blandas, las
escurrimos, las dejamos enfriar un poco y las aplastamos en un plato con un
tenedor. Añadimos los huevos batidos y
sazonamos con pimienta negra hasta conseguir una pasta espesa.
Engrasamos una sartén
antiadherente con unas gotas o spray de aceite y formamos unas pequeñas
tortitas. Podemos ayudarnos de un pequeño aro que retiraremos rápidamente para
que no se pegue en él la masa, cocinando cada lado de las tortitas un minuto
aproximadamente o hasta que estén doradas pero no crujientes.
Servimos unos 4 blinis por
comensal. En cada uno colocamos una fina lámina de remolacha cortada con una
mandolina, una lonchita de salmón ahumado y media cucharadita de queso cremoso
batido (si empleamos el queso fresco tipo quark podemos aderezarlo con ajo en
polvo y especias al gusto).
Decoramos con eneldo, mejor si
es fresco, y servimos enseguida.
También podemos decorar los
blinis emulando al caviar ruso preparando un “falso caviar” poniendo en remojo
2 cucharadas de semillas de chía en un frasco con ½ remolacha triturada junto
con un poco del jugo de cocción y dejarlo reposar una noche. O bien cocer
tapioca en el jugo de cocer la remolacha.
También podemos hacer el plato
más mediterráneo sustituyendo el salmón por sardinas en salazón o ahumadas o
por mojama o sustituir el pescado por paté
de aceitunas, por champiñones, por frutos secos, etc.
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