Ambas frutas, que en esta época del año están en plena temporada, nos ayudan a mantenernos hidratados y a conseguir el propósito de tomar 5 raciones de fruta y verdura al día, consumo mínimo recomendado por la comunidad científica y sanitaria para prevenir enfermedades y fomentar una alimentación saludable.
La sandía
La sandía, refrescante fruta milenaria, cuyo cultivo se conoce desde el tiempo de los faraones del antiguo Egipto destaca por su altísimo contenido en agua y bajo contenido en calorías y azúcares.
100 g de sandía tan sólo contienen unas 20 calorías y unos 4,5 g de hidratos de carbono, por lo que es una fruta ideal en caso de diabetes y en regímenes de adelgazamiento. Una rodaja grande de sandía (la ración habitual de 300g) produce una sensación de saciedad mayor que una pieza pequeña de otras frutas.
Ayuda a mantenerse bien hidratado y calmar la sed, siendo un buen alimento para evitar la deshidratación en todos los grupos de edad, y especialmente en personas mayores, niños, embarazadas y deportistas.
Por otro lado, su elevado porcentaje de agua estimula los riñones actuando como diurético, facilitando la eliminación de sustancias de desecho.
Contiene pequeñas cantidades de vitamina A, vitaminas del grupo B y vitamina C. Sus 120 mg por cada 100g de potasio convierten a esta fruta en una de las que menos potasio tienen, por lo que es adecuada para personas con insuficiencia renal crónica que deban limitar su ingesta de dicho mineral.
Lo más destacable en su composición es su contenido en carotenoides antioxidantes sin actividad provitamínica, en concreto la luteína y el licopeno.
A pesar de que el tomate es más conocido por ello, la sandía también es muy rica en este antioxidante, que algunos estudios han relacionado con la prevención de determinadas enfermedades. En concreto, los resultados de algunos estudios sugieren que los sujetos con una dieta rica en licopeno tienen un riesgo menor de adenocarcinoma de próstata.
Como curiosidad, mencionar que en muchos lugares las pepitas de sandía se toman tostadas como aperitivo ó se emplean para preparar sopa aunque en nuestro país su consumo no esté muy extendido. Bien masticadas son una excelente fuente de fibra, magnesio, hierro y zinc, por lo que es buena idea no desecharlas.
El melón
En cuanto al melón, al igual que la sandía, también es de la familia de las cucurbitáceas. Es también una fruta muy rica en agua, aunque en menor proporción que la anterior.
Su contenido en calorías es ligeramente superior que en la sandía, unas 32 calorías por cada 100g, y también su contenido en azúcares (8 g por cada 100g). A diferencia de la sandía, destaca por su contenido en potasio, ácido fólico, beta-carotenos (precursores de la vitamina A), sobre todo en aquellas variedades más anaranjadas, y en menor proporción, vitamina C.
A la hora de adquirir un melón, sería recomendable que nos fijáramos en algunos detalles, como por ejemplo: que esté bien duro, sin magulladuras, que tenga un olor dulce y aromático, y en su peso, a mayor peso, mejor calidad.
Además, si el melón es de sexo masculino, lo identificaremos por sus rayas longitudinales que van desde el tallo a la punta. En cambio, si es de sexo femenino lo identificaremos porque sus rayas suelen ir en forma circular hasta el extremo del tallo. El melón hembra suele ser más dulce.
Ø Si quieres que la sandía y el melón te sienten bien y aprovechar así al máximo sus propiedades, es mejor tomar estas frutas en ayunas o entre comidas, ya que su alto contenido en agua dificultan la digestión si las tomamos como postre.
Además de consumir estas frutas de la forma habitual, existen multitud de recetas que nos pueden ayudar a incrementar su consumo de una forma variada y diferente. Algunas propuestas son:
Ø Para saber más:
Asociación 5 al día: Asociación para la Promoción del Consumo de Frutas y Hortalizas
Recetas e información sobre la Sandía “Fashion”
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